La productividad y la salud mental: ¿cómo se relacionan?
La productividad y la salud mental: ¿cómo se relacionan?
Las emociones juegan un papel esencial en cómo rendimos en el día a día.
Todos buscamos la productividad constante. La excelencia, ir mas allá de los límites y tener el rendimiento “ideal” en nuestras actividades es uno de nuestros deseos más importantes como personas. Por otro lado, en ocasiones nos encontramos con un día a día en el que no logramos completar tareas, no alcanzamos a cumplir todos nuestros objetivos y experimentamos un constante bloqueo en nuestro rendimiento.
Nuestra productividad tiene mucho más que ver con nuestras emociones de lo que normalmente alcanzamos a percibir. Varias realidades psicológicas juegan un importante papel al acompañar nuestro desempeño en entornos laborales, deportivos y de todos los objetivos que nos planteamos alcanzar.
Atención, flujo y productividad
Una de las cosas que impiden nuestro correcto desempeño es la falta de involucramiento completo en la tarea que estamos realizando. En ocasiones, nos cuesta mantener la atención y concentración completa en el desenvolvimiento de una cierta actividad. ¿Te has preguntado por qué?
Cuando las actividades nos resultan demasiado fáciles o extremadamente difíciles, tendemos a desinvolucrarnos de ellas para evitar o el aburrimiento o el estrés excesivo. Si nuestra mente percibe una tarea como algo muy sencillo, esta no siente el desafío de poner en marcha herramientas cognitivas para el cumplimiento de la misma y por lo tanto, se experimenta aburrida y poco importante. Por otro lado, cuando percibimos una actividad como algo demasiado exigente, nuestra mente no encuentra los recursos necesarios para sobrellevarla y por lo tanto experimenta estrés y un posible bloqueo. Cualquiera de estas dos realidades limita nuestra productividad.
El estado de “flujo” propuesto por la corriente de la psicología positiva menciona que lo ideal para mantener nuestra funcionalidad es desempeñar actividades que mantengan un buen equilibrio entre ser desafiantes y alcanzables. Es importante fijar tareas que pongan en marcha nuestras capacidades mentales pero que también se sientan logrables y posibles dentro de nuestras habilidades. Entrar en un estado de flujo nos permite estar completamente inmersos, motivados y concentrados en la actividad que estamos desempeñando, por lo que buscar este equilibrio resulta sumamente importante para potenciar la productividad. ¿Cómo hacerlo?
Encuentra un desafío en las tareas que consideres aburridas o demasiado monótonas. Divide las grandes y abrumadoras tareas en pequeñas partes alcanzables de acuerdo con tus capacidades. Procura tener un estado de atención plena en lo que estás desempeñando.
Las emociones y la productividad
Muchas de nuestras emociones se interponen en la capacidad que tenemos para alcanzar objetivos. Te has encontrado con tareas que desatan ira, frustración o desánimo? Cuando experimentamos emociones que percibimos como negativas y las vinculamos con una cierta tarea, tendemos a evitar automáticamente lo que nos está haciendo sentir el malestar. Como resultado, posponemos y retrasamos el cumplimiento de cosas que percibimos con rechazo.
Sin embargo, la realidad es que no todas las tareas por cumplir van a otorgar una recompensa emocional positiva inmediata. Inevitablemente nos encontraremos con pendientes desagradables y poco satisfactorios por cumplir. Mientras más intentamos huir de ellos, más rechazo generamos frente a cualquier tarea que se sale de nuestra zona de comodidad. Nos volvemos inflexibles y perdemos nuestra capacidad de solucionar conflictos sobre la marcha del mundo real. ¿Qué hacer?
- Reconocer, procesar y validar las emociones. Entender que no te sientes bien en relación con la actividad. Poner palabras y claridad en lo que estás sintiendo te otorga un punto de partida para entender de dónde viene la procrastinación y la improductividad. Recuerda que no se puede corregir lo que no se ha visualizado y a lo que no se le ha prestado atención.
- Ejercitar la tolerancia a la frustración. Entender que el malestar es regulable y que somos capaces de manejarlo en lugar de dejarnos manejar por él, nos genera una sensación de dominio y auto eficacia sobre nuestros estados emocionales. Exponernos a un cierto grado de incomodidad es importante a la hora de ejercitar nuestros propios recursos y herramientas para afrontar las emociones desagradables.
La frustración, ira y desanimo son parte normal y esperable de todo proceso que ponemos en acción en nuestra vida laboral, deportiva y de crecimiento personal. Reconocer, entender y regular estos estados contribuye a nuestro adecuado desempeño.
La salud mental influye en nuestra productividad
Tal y como se ha observado, nuestra capacidad de atención, motivación, regulación emocional y sensación de autoeficacia, entre otras; son importantes conceptos de la psicología que juegan un rol en nuestra productividad. La salud mental es un elemento a tomar en cuenta no solo a nivel personal y relacional si no también en toda área en que ejercemos el cumplimiento de tareas y busquemos alcanzar objetivos.
Al relacionar nuestro bienestar con nuestra eficiencia, debemos recordar que la productividad no es lo único ni lo más importante! Toda área de nuestra vida requiere de una auto reflexividad que nos lleve a ser más conscientes de toda nuestra experiencia más allá del logro. No se trata solamente de alcanzar metas si no de percibir, validar y transitar todas las emociones y pensamientos que forman parte de tu día a día.
Al hablar de productividad, tomemos en cuenta la importancia de nuestra salud mental y busquemos generar las herramientas necesarias para que el cumplimiento de nuestras tareas no se convierta en una experiencia frustrante y tediosa que afrontamos diariamente.