La gente se aprovecha de mi empatía

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La gente se aprovecha de mi empatía

Veamos las consecuencias de ser « explotado » emocionalmente.

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La empatía es una capacidad que tienen la mayoría de los seres humanos. Ha supuesto un papel fundamental en el desarrollo de la especie puesto que nos ha permitido sobrevivir y convivir en grupo. Somos animales sociales que dependen, en mayor o menor medida, de los demás y, por ello, ha sido y sigue siendo tan necesario desarrollar la empatia.

Sin embargo, hay personas que sienten que por ser empáticas sufren mucho. ¿Eres tú una de ellas? ¿Sientes que hay personas en tu entorno que se aprovechan de ti porque tienes esta capacidad desarrollada? ¿Te has llegado a plantear que quizá eres una persona demasiado empática y eso te trae problemas?

Si has contestado que sí a alguna de las preguntas, te invitamos a continuar leyendo. A lo largo de este artículo contextualizamos qué es empatía (y qué no) para poder abordar cómo algunos individuos se aprovechan de las personas empáticas. Hablaremos también sobre las posibles consecuencias que esto puede conllevar y, finalmente, daremos algunas estrategias para que puedas protegerte y cuidarte.

¿Qué es la empatía?

Podemos describir la empatía como una capacidad inherente en la mayoría de las personas que les permite comprender las emociones y los sentimientos del resto de personas. Esto sucede puesto que permite mentalizar a los demás individuos como iguales. A la vez, se realiza la diferenciación y se entiende que son seres independientes y con su propio mundo interno.

La empatía implica una comprensión real y profunda de lo que la otra persona está sintiendo, sin llegar a contagiarse de sus sentimientos. De este modo, se promueve el establecimiento de vínculos significativos y relaciones profundas. Las personas empáticas tienden a tener una mayor capacidad para resolver los conflictos puesto que promueven el respeto y la colaboración.

Sin embargo, es crucial comprender que ser empático/a no es sinónimo en absoluto de no poder decir nunca que no. Lamentablemente, esto sucede en muchas ocasiones. Las personas muy empáticas pueden llegar a sentir lo que la otra persona siente y tener dificultades para poner límites. Esto puede ocasionar que el entorno se aproveche.

¿Cómo los demás se aprovechan de las personas empáticas?

Puesto que las personas empáticas son percibidas habitualmente por su entorno como espacios seguros donde poder recurrir en caso de necesidad emocional, es fácil que se puedan llegar a producir desajustes en las relaciones. Con frecuencia, las personas empáticas sienten que su entorno les reclama constantemente, pero que no hay espacio para sus necesidades.

Además, tal y como comentábamos previamente, las personas muy empáticas pueden tener dificultades para establecer esos límites tan necesarios entre el “yo” y “el otro”. Esta dificultad para diferenciarse, sin duda, contribuye a la sensación de sobrecarga emocional puesto que “cargamos” con las emociones de los demás sin dejar espacio para las propias.

En la mayoría de ocasiones, se genera una especie de responsabilidad autoimpuesta (o no) de aliviar y resolver el malestar de las personas del entorno. Este tipo de dinámicas pueden llevar a establecer patrones de codependencia y sobreprotección en las relaciones. Además, pueden darse también conductas complacientes que desatienden las propias necesidades.

Por desgracia, no es inusual que las personas empáticas sean víctimas de manipulación emocional. Algunas personas se aprovechan de esta capacidad para conseguir sus propósitos y/o para desentenderse de las propias responsabilidades. Esto, si focalizamos en el ámbito laboral, puede conllevar una mayor carga de tareas para las personas empáticas.

La carga emocional excesiva, junto con la manipulación y la “explotación” emocional dan lugar a relaciones en las que los roles de poder son completamente desequilibrados. Esto puede suceder en cualquier tipo de vínculo (pareja, familia, amistad, laboral…) y la persona suele sentir que se le demanda mucha ayuda sin recibir algo equitativo.

Consecuencias de haber sido “explotado” emocionalmente

Con todo lo expuesto hasta el momento, es fácil imaginar cuán desgastadas, quemadas y sobrepasadas pueden llegar a sentirse las personas empáticas que están siendo víctima de manipulación. Esto, sin duda, puede acarrear graves consecuencias para la salud de la persona tanto a nivel físico como emocional y mental.

Con frecuencia, las personas altamente empáticas acaban padeciendo sintomatología relacionada con el estrés, la ansiedad u otras alteraciones emocionales. Además, no es extraño que se dé un incremento del aislamiento a causa de la frustración y el resentimiento que pueden sentir hacia las personas del entorno por las que no se sienten cuidadas.

Esta huella generada inicialmente a nivel individual acaba impactando en el resto de áreas de la vida de la persona. Por ejemplo, a nivel relacional puede acabar generándose una tendencia a la desconfianza a la vez que las relaciones se desgastan o incluso se llegan a romper. A nivel laboral, puede producirse una disminución del propio rendimiento, además de un ambiente de trabajo desequilibrado y tenso.

Estrategias para cuidarte y cuidar de tu empatía

Es cierto que la empatía es una capacidad necesaria para garantizar el adecuado funcionamiento de nuestra sociedad. Sin embargo, es importante asegurarnos de que se da de forma equitativa con el fin de evitar que el exceso de la misma genere tanto sufrimiento y malestar solo a algunas personas.

Si tú eres de las personas que tiende a sentir que el resto se aprovecha de tu empatía, es interesante que puedas revisar cuáles son tus límites para poder establecerlos hacia fuera de forma clara. Esto puede suponer que a determinadas personas no les guste el cambio, pero quizá también es importante invertir tu energía en cultivar aquellos vínculos en los que sientas que hay reciprocidad y te nutren.

En este sentido, el autocuidado es crucial. Necesitamos poder diferenciar nuestras necesidades y emociones de las del resto para poder atendernos y cuidarnos. ¡No hay nada de malo en ello! Quizá puedan resultarte útiles prácticas como la meditación, el mindfulness y las actividades que para ti son placenteras.

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