El Síndrome del Niño Bueno: ¿cómo nos afecta cuando somos adultos?

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El Síndrome del Niño Bueno: ¿cómo nos afecta cuando somos adultos?

Entregarnos a los demás buscando aprobación nos merma por completo.

Síndrome del niño bueno

Muchos llegamos a padecer este síndrome sin siquiera notarlo, pues es un síndrome silencioso que vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, el cual, tiene inicio en nuestra niñez y solo lo llegamos a notar cuando se agudiza al ser adultos, es decir, pasa cuando empezamos a limitarnos, sentimos presión y esa pesada carga social que nos aqueja y atormenta de manera continua en nuestro diario vivir.

Los comienzos de este síndrome llegan cuando siendo niños nos plantean lo que hace y no hace un niñ@ bueno, es ahí donde nuestras creencias de lo que debemos y no debemos hacer se empiezan a crear, pero bajo una percepción de corresponder al otro, es decir nos empezamos a plantear contínuamente que debo o no debo hacer para que el otro no se incomode y me siga validando como bueno, logrando así ser aceptado, y es en ese preciso momento dónde perdemos nuestra autenticidad y nos comenzamos a abandonar por el intento de corresponder/agradar a nuestro entorno, olvidándonos de nuestras necesidades y esencia por priorizar la aceptación social.

¿Qué es el síndrome del niño bueno?

Solemos llegar a oír a adultos diciéndoles a los niñ@s que: “Los niñ@s buenos no lloran”. Bajo este constructo empezamos a ver el llanto que es la expresión de la tristeza, desde un tono de incomodidad, pues si me ven llorando no me van a considerar como bueno, por lo cual no debo o no está bien expresar mis emociones, debiendo dejar mi sentir a un lado para ser políticamente aceptado por el resto, basando nuestro desarrollo bajo un enfoque de duda continua para nuestro actuar, llegando a cuestionarnos constantemente con la pregunta: ¿Qué dirán? Siendo esto un motivante para regular nuestra conducta, olvidándonos que la tristeza es una emoción básica que tenemos como seres humanos, cuya expresión a través de las lágrimas es un mecanismo de limpieza que tiene nuestro cuerpo.

Y es ahí donde en lugar de acoger al llanto y aprender del mismo, su función y como regularlo, empezamos a reprimir y esto llega a pasar con todas nuestras emociones, pues el objetivo principal se convierte en encajar de manera correcta en el entorno, con la falsa imagen de que debemos ser “buen@s”, no incomodar y sobre todo ser socialmente aceptados, lo que nos lleva a tener a adultos infelices, frustrados, estresados, coléricos, con problemas de confianza, autoestima y autocontrol, pues de tanto reprimir nuestras emociones en lugar de saber cómo gestionarlas, tenemos las famosos explosiones emocionales, que se manifiestan tanto de manera conductual (llegamos a actuar de manera hiriente ya sea con otros o con nosotros mismos), emocional (lloramos desconsoladamente, empezamos a presentar desilusión o desaliento continuo ante todo), cognitivo (nos juzgamos y recriminamos de manera continua) o hasta física (empezamos a sufrir de dolores como cefaleas, estomacales, musculares, etc).

¿Cómo salimos de este síndrome que nos encasilla, aprisiona y limita?

Lo principal es tomar la decisión de conocernos, descubrir que es lo que nos gusta, apasiona, cuáles son nuestras emociones y estás como se manifiestan, pues déjame decirte que somos seres ÚNICOS, por lo cual no necesariamente expresamos nuestras emociones como los demás, por ello al conocer nuestras conductas, pensamientos nos movemos hacia donde queremos ir, es decir DESPERTAMOS NUESTRA PROPIA VOZ, pudiendo direccionarnos de forma correcta, permitiéndonos fluir desde la libertad hacia un destino adecuado para nosotros, donde no nos hagamos daño y no hagamos daño a los demás, pues este equilibro es el que nos permite realmente vivir en armonía.

Las creencias son un constructo que si bien se van construyendo en nuestra niñez por nuestro entorno, podemos modificarlas a medida de que vamos desarrollándonos. Por ello es importante recordar que ir a terapia no es solo resolver problemas, es un espacio para conocernos y aprender a crecer desde lo que somos y deseamos, el permitirnos conocer nuestras creencias, limitaciones, heridas, no solo nos permite que nuestro yo actual sane, si no que empezamos a sanar nuestra historia de vida para encaminar nuestro futuro de manera correcta, con herramientas que sean adaptadas adecuadamente a nuestra forma de ser

Es importante recordar que somos seres humanos en proceso de crecimiento así que siempre vamos a tener dificultades que afrontar y si aprendemos a conocernos y trabajar desde el todo que somos (lo que pensamos, sentimos, hacemos, nuestro cuerpo físico y energético) podemos actuar desde la coherencia, teniendo mejores resultados, sanando y motivándonos a seguir conociéndonos para seguir avanzando en nuestro camino de vida. Recuerda; nunca es tarde para empezar el camino de sanarte y sanar al niño interior que llevas dentro, si lo que estás cosechando en tu vida no te gusta, ir a terapia te va a permitir aprender a sembrar conscientemente lo que deseas cosechar.

 

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